La cuestión es el papel del
periodismo musical en el mundo de 2017 y en el futuro. La primera duda que
surge es si su existencia es posible en las condiciones sociales, culturales y tecnológicas actuales, o
útil para alguien, como lo ha sido para muchos de nosotros durante los últimos
20 o 30 años.
Si
comparamos el mundo musical actual con el de los primeros años 90 vemos que la
oferta musical se ha disparado de manera exponencial, y además toda ella está
disponible, ya sea a través de descarga o de streaming, para el oyente. No
existen las limitaciones físicas y económicas que cualquier aficionado de los
años 90 sufría para poder escuchar la música que se editaba en el mundo.
Este debía recurrir a la prensa especializada –en papel– para
conocer nuevos artistas y debía después hacerse con una copia física de sus
discos para poder escucharlos
El oyente de
hoy puede llegar tan lejos como quiera a través de miles de blogs y de
diferentes aplicaciones de escucha en internet. La cantidad de música que se
edita de forma “oficial” en el mundo cada año es prácticamente imposible de
calcular. Hoy en día, todo está al alcance de un click y la imposibilidad de
abarcarlo está siempre presente, por ello hay
una superespecialización en ciertos estilos, épocas, artistas y/o zonas
geográficas.
Gracias a
las facilidades de edición y alcance de público que ofrece internet (blogs,
redes sociales…) todo el mundo hace públicos sus opiniones y comentarios. La
prensa musical tradicional, de grandes tiradas en papel o en digital, capaz de
crear tendencias y de darles una narrativa global, tiende a desaparecer, o más
bien explosionar en miles de micronarrativas casi personalizadas. Un medio como
TIUmag recibe la mayoría de las visitas a su web a través de Facebook, y es
desde ese entorno desde el que realmente se distribuye, se comparte y se
comenta.En cierto modo, cada una de esas personas que comparte y comenta esos
contenidos se convierte en un pequeño periodista musical.
Visto así
podríamos pensar que el modelo “vertical” de los medios tradicionales tiende a
desaparecer para dar paso a un modelo mas democrático, participativo y
“horizontal”, en el que se da voz a un número mucho mayor de opiniones, y que
estas, deberían enriquecer nuestra visión. Al mismo tiempo, y fruto de esa
“democratización”, el número de blogs, portales, revistas online y todo tipo de
publicaciones dedicadas total o parcialmente a la música se ha disparado. Y de
nuevo, cuando uno se encuentra con los mismos textos autocomplacientes y
semipromocionales cortados y pegados de blog en blog o con el escaso rigor,
ínfima calidad literaria y nula documentación de buena parte de ellos, se
pregunta para qué demonios necesitamos tanto texto inútil dando vueltas por la
red.
En definitiva, me surgen muchas dudas de si esta “horizontalidad”
ha contribuido realmente a enriquecer nuestra visión de la música actual y a
ser capaces de trazar una narrativa de la misma, o si lo que ha venido a
demostrar es, precisamente, que resulta imposible trazarla.
En esta carrera, obviamente, el pez grande se come al chico. Todo
el mundo aspira a salir en los mismos medios, que cada vez son más grandes y
poderosos, y los pequeños que pretenden dar opiniones formadas, documentadas e
independientes pasan cada día más desapercibidos, y se sienten totalmente intrascendentes.
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