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PERIODISMO MUSICAL


El periodismo musical se ha encontrado con muchos obstáculos y críticas a lo largo de los años. Para entender este concepto debemos antes explicar el periodismo cultural, que abarca el musical. El periodismo cultural es la rama del oficio periodístico dirigida a cubrir todas las manifestaciones de la cultura en el día a día de una sociedad (principalmente arte, teatro, música, cine y literatura). Sin embargo, hay artistas que lo definen de otra forma: “El periodismo musical consiste en gente que no sabe escribir entrevistando a gente que no sabe hablar para gente que no sabe leer” dice Frank Zappa (compositor, guitarrista, cantante, productor discográfico y director de cine estadounidense).
La contribución de la crítica musical a lo largo de su existencia ha jugado un importante papel en la consolidación del ideal musical en la sociedad, siempre cambiante. Cada crítica, cada ensayo, ha guiado y condicionado las opiniones del público. El crítico se convirtió así en el nuevo juez, que dictamina lo aceptable o no como composición musical. En 2016, Carl Wilson escribió un libro llamado “Música de mierda” sobre cómo se forja el criterio del periodista musical. Comentan numerosos artistas españoles que los periodistas y críticos musicales se basan en prejuicios a la hora de valorar. Dani Martín comentaba a la Agencia EFE “muchos críticos deberían dejar sus prejuicios a un lado” y añadía “sin más motivo que el amor a la música, dando cabida a todo tipo de artistas”. Y es que aquellos que se dedican a esto no deberían ser más que personas a las que les gusta la música y escriben sobre ella sin recurrir a insultos para encontrar notoriedad. Además, en muchas ocasiones se ha considerado a periodistas musicales como periodistas frustrados. Por cierto que cada vez es más frecuente el trayecto contrario: músicos que terminan ejerciendo de periodistas. Tiene sentido profesional, cierto, en países donde existe cultura musical y ese trabajo está valorado.


Julio Ruiz que recibió en 2013 el Premio Ondas después de tantos años con “Disco Grande” afirma que “el periodismo musical juega en tercera división”. Además, reconoce sentir envidia de cómo se respeta a los periodistas musicales en Francia y Reino Unido y asegura que existe intrusismo en la profesión.



Destaca la Asociación PAM, que significa Periodistas Asociados de Música. Es, por tanto, un conjunto de periodistas, informadores y reporteros gráficos especializados en cualquier tipo de músico, profesionales de todos los campos (prensa escrita, radio, televisión o Internet), y de todas las procedencias.

Se considera que la prensa musical ha perdido relevancia e incluso la BBC multiplica sus emisoras de pop asumiendo la fragmentación del público. Ha mutado la experiencia del consumo y apreciación del pop. La Escuela de Rock, el Grado en Periodismo y el Departamento de Psicología de la Universidad Miguel Hernández, en colaboración con el vicerrectorado de Cultura y Extensión Universitaria y el Servicio de Comunicación, han organizado la “II Jornada Periodismo y Rock UMH” en las que intervendrán músicos, críticos y periodistas musicales. El principal objetivo de esta jornada es acercar a los estudiantes las claves del periodismo cultural, especialmente en el género musical.

Enlaces de interés:

http://www.asociacionpam.es


http://economia.elpais.com/economia/2013/12/08/agencias/1386501339_181975.html

La contribución de la crítica musical a lo largo de su existencia ha jugado un importante papel en la consolidación del ideal musical en la sociedad, siempre cambiante. Cada crítica, cada ensayo, ha guiado y condicionado las opiniones del público. El crítico se convirtió así en el nuevo juez, que dictamina lo aceptable o no como composición musical. En 2016, Carl Wilson escribió un libro llamado “Música de mierda” sobre cómo se forja el criterio del periodista musical. Comentan numerosos a

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La cuestión es el  papel del periodismo musical en el mundo de 2017 y en el futuro. La primera duda que surge es si su existencia es posible en las condiciones sociales, culturales y tecnológicas actuales, o útil para alguien, como lo ha sido para muchos de nosotros durante los últimos 20 o 30 años. Si comparamos el mundo musical actual con el de los primeros años 90 vemos que la oferta musical se ha disparado de manera exponencial, y además toda ella está disponible, ya sea a través de descarga o de streaming, para el oyente. No existen las limitaciones físicas y económicas que cualquier aficionado de los años 90 sufría para poder escuchar la música que se editaba en el mundo. Este debía recurrir a la prensa especializada –en papel– para conocer nuevos artistas y debía después hacerse con una copia física de sus discos para poder escucharlos El oyente de hoy puede llegar tan lejos como quiera a través de miles de blogs y de diferentes aplicaciones de escucha en internet. La can